Diego Muñoz Valenzuela es un escritor brillante. No hay uno de sus relatos que no esté perfectamente cincelado, pulido, pensado. Sus narraciones fluyen y cuentan historias profundas e imprevisibles, a veces dramáticas y otras de humor negro, sutil. Muñoz Valenzuela es de esos escritores que manejan el lenguaje con maestría y por tanto economizan en lo justo, sin excesos. Puede narrar una historia magnífica en poquísimas palabras o en algunas más, pero siempre son las adecuadas, las imprescindibles para mayor efecto pero simultáneamente, las que dan la mayor cantidad de datos, de manera que haya texturas, detalles, tramados. En Ángeles y Verdugos, publicada originariamente en 2002 en Chile, se unen cuentos breves y brevísimos. En todas ellas, el lector disfrutará de textos de gran poder literario al mismo tiempo que sentirá que está entrando en universos aparentemente conocidos en los que la narración da una vuelta inesperada, en finales sorpresivos pero sin aspavientos.
Violeta Rojo
EL VERDUGO
El verdugo, ansioso, afila su hacha brillante con ahínco, sonríe y espera. Pero algo debe vislumbrar en los ojos de quienes lo rodean, que petrifica su sonrisa y se llena de espanto.
El Heraldo se acerca al galope y lee el nombre del condenado, que es el verdugo.EL ÁNGEL
Un ángel que realiza prácticas de vuelo ilegales en plena urbe, es detenido y juzgado por infringir las leyes de los caminos aéreos, provocar desorden público y no señalizar debidamente.
Ante tamaña acusación el ángel no puede defenderse. En la cárcel medita sobre el significado de la libertad y decide buscar una ocupación menos riesgosa.
