La sombra de lo invisible se desliza por el texto de Aristides. Puede que ronde por Rosario o tal vez en otros escenarios sin nombres. Rota sobre mujeres, hombres y niños, y en su misterioso silencio rescata la memoria sin precisarlo, recogiendo el presente que bien describe. Nuestro autor siempre juega; lo hace todo el tiempo junto con el lector, y se expresa con la magia de lo no dicho, con la mutación de tiempos y espacios o la anécdota extraña.”
Lilian Cheruse
Evans y Charis
Dos titanes de la arquitectura rosarina se desafiaban en una contienda silenciosa de opulencia. Evans construyó un imponente edificio frente a la Bolsa de Comercio que desafiaba al cielo. Charis, por su parte, erigió en la esquina opuesta una obra de líneas curvas y amplios balcones, un oasis para contemplar los atardeceres más allá del bullicio comercial.
Evans, obsesionado con la belleza de Charis, amplió los ventanales de su edificio para verla reflejada en su obra. Ella le correspondió instalando una glorieta en la cúpula, como una corona de flores que reinaba sobre la urbe.
Un día, impulsado por una pasión ardiente, Evans cruzó la calle para declararle su amor. Charis, con una sonrisa inefable, se cruzó de vereda para mantener el equilibrio.
