La antología trinacional Borrando Fronteras es una propuesta enmarcada en la Jornada Trinacional de Microficción Borrando Fronteras 2014, encuentro literario organizado por el Colectivo Ergo Sum. La idea inicial surgió en febrero de este año, en momentos en que se iniciaba formalmente la organización de la Jornada. Pretendíamos hacer una muestra democrática y abierta, que albergara textos de autores de Argentina, Chile y Perú, los tres países convocados a la Jornada.
La tarea de estructurar la muestra fue entregada a un equipo trinacional, compuesto por Macedonia Editores y Juan Manuel Montes, por Argentina; Ediciones Sherezade y Sebastián Salinas, por Chile; y Editorial Micrópolis y Rony Vásquez, por Perú. La convocatoria fue conjunta pero cada dupla nacional recogió y seleccionó los textos correspondientes a su país.
Fue un arduo trabajo que duró en total siete meses, en los que la comunicación entre los miembros del equipo se efectuó solamente a través de correos electrónicos, skype y WhatsApp. Así, llegaron a acuerdos, discutieron, definieron criterios, intercambiaron opiniones y concluyeron con esta muestra que, por ahora, es digital. Cada editorial analizará y evaluará, con las variables de su propia realidad nacional, la posibilidad de publicarla en soporte papel.
ENCUENTRO DEL TERCER TIPO
Carolina Cisneros PinedoEran las doce. Caminaba por el centro de Lima. No recuerdo el día, pero sí que el sol quemaba. Vi aparecer a un loco, estaba vestido como si fuera un astronauta. Tenía una lata de cerveza en la mano. Tomó un sorbo y me ofreció un poco. No sabía si correr o aceptar. Mi mayor temor era contraer algún germen. Se me ocurrió ingresar al bar Queirolo y pedir un vaso descartable. Cuando regresé a la misma esquina, el loco ya no estaba. Me senté en la acera, algo triste. Eran mis últimos días en Lima y no tenía con quién brindar. La mente se me llenó de gratos recuerdos. Siempre, en el Queirolo, me encontraba con amigos para beber. Siempre caía alguien como un muerto, sea la hora que sea. Ahora me encontraba solo. De pronto, el loco volvió y se sentó a mi costado. Acerqué mi vaso y vertió un poco de cerveza. Hicimos un brindis y quedamos perdidos en nuestros pensamientos, mirando a la nada.