Carta vive lo sencillo y lo complejo de su existencia junto al sonido de sus pensamientos: voces internas, habitantes de un mundo íntimo y profundo. Con ellas dialoga sobre los sucesos cotidianos de una vida común, sin sobresaltos, pero intensa en lo recóndito de su ser.
Dispuesta al encuentro consigo misma, camina guiada por su propia interpretación de la belleza y es leal a su búsqueda de libertad, enfrentando con coraje sus lados más tormentosos: miedos, fracasos, obsesiones, melancolías… siempre tras la ilusión de que la polifonía se diluya en el unísono perfecto de su propia y única voz, auténtica y segura.
Pequeñas cosas la hacen feliz, cosas que encuentra en el margen izquierdo del papel, donde se leen y se escriben las cartas de sus días.
Carta les habla a todas las mujeres: “la sangre que menstruamos no tiene apellidos”, así, una y otra vez la sororidad de esas mujeres que somos y estamos en este mundo hoy, podemos abrazarnos a su poesía, sabernos cerca, dudar de todas las certezas y seguir haciendo camino.
Elizabeth Molver
Te llamás Carta
…………………………………………………………..¿a quién se le ocurre llamarse así?
algunos días, cuando la distinción te viste
sos el menú de un restaurante eleganteotros, en los que se apagan las estrellas
y se borronea la luna
sos un mensaje de amor
epistolar y antiguouna vez
amaneciste como una tarjeta de crédito
dispuesta a cobrar favores con interesesy ese mismo día
lo terminaste hecha una mala noticia
esperando en un buzón a que te lean………………………………………………………….pero puedo leer en mí misma
………………………………………………………….las cartas que me escriboaunque casi siempre,
sos un naipe marcado en la baraja