Se sabe que la microficción es un género, ¿nuevo?, de difícil definición. Breve y voraz, la brevedad es su única característica propia e indiscutible, se apropia con descaro de frutos diferentes que crecen en terrenos vecinos. Cuando quiere se parece al haiku, a la poesía en sus distintas vertientes, al relato de presentación, desarrollo y desenlace, a la crónica y, claro, como no podía ser de otro modo, a la narrativa escénica. Y eso es posible porque el teatro ejerce los mismos vicios, también se incluye hasta donde no lo llaman.
En este libro, José Luis Bulacio entrega quince muestras de ese atractivo maridaje, llamado microteatro.
Como en todo matrimonio, cada uno puso lo suyo. Con ingenio, pariente de la inteligencia, Bulacio sacó partido de lo que le ofrecía cada consorte. Del relato utiliza el remate y de la dramaturgia el diálogo y el conflicto teatral, como el que sufre un cura desconcertado ante una feligresa que quiere purgar sus pecados antes de haberlos cometido. Con este ejemplo queda claro que el autor añade a sus trabajos una sazón inapreciable, el disparate, que no solo desconcierta al sacerdote mencionado sino también afecta a la seria terapeuta contagiada por el síndrome de un payaso.
Claro que hay más ejemplos, pero no conviene adelantar más, se sugiere disfrutar las Escenas. También se puede, entre tanto deleite y diversión, elegir la preferida. Yo ya lo hice, opté por…
Roberto Perinelli
