Como lo han hecho los escritores de todos los tiempos, éste es el momento de decir: toma, lee. Para ti son estos textos. Ojalá su lectura, amigo lector, te depare al menos un instante deagrado o evoque en tu conciencia en más o enmenos palabras alguno de esos relatos que todos conservamos a lo largo de nuestra existencia.
David Lagmanovich
Tucumán, mayo de 2008
CABALGATA
Bajó del coche a cierta distancia y ordenó al chofer que no fuera a buscarlo. Caminó sin escolta, pues se sentía seguro a aquella hora del atardecer y en aquel paraje de extramuros. Al llegar admiró una vez más la soberbia cabeza del caballo, su piafante gallardía, la esbelta solidez de los remos y, sobre todo, la blancura inmaculada que lo distinguía entre sus congéneres. A su lado, con temerosa actitud de palafrenero, aguardaba el cuidador. El mandamás montó de un salto, empuñando con firmeza las breves riendas que él mismo había traído en su anterior visita. Una vez instalado, dio la orden y la calesita comenzó a girar.
