La voz de estos poemas no se resigna ni aún cuando se vislumbra la quietud, busca una mímesis con la naturaleza aún cuando sabe que sus días fueron y serán de asfalto, rompe la diagonal de la duda e igualmente no cruza el umbral de ninguna puerta. No es falta de fuerza ni de voluntad: esa manera inútil/de saberse en la orilla es la palabra en la boca. Esta llave no abre la puerta del silencio, del final absoluto. A esa habitación nunca se termina de entrar. O de salir.
Melisa Papillo
Llora una luz
en nuestros vasos
a solo tres segundos
del infierno.Quién sabe dónde muere la memoria
quién comenzó la rueda.No podría definir tanta sed
aunque no lo parezca
es extenso todo alrededor
hace temblar los vasosseguimos siendo
lo que no pudimos.