UN CORTE Y UNA QUEBRADA MATANCERA
La demanda por conocer los orígenes y la historia de los pueblos de La Matanza es un fenómeno creciente que, a su vez, es alimentado por una prolífica producción bibliográfica realizada por los investigadores locales. Martín Biaggini es un claro exponente de esa generación de historiadores abocados a satisfacer esa demanda por conocer qué pasó en los momentos fundacionales de nuestro pago. La reedición de este trabajo pone de manifiesto esa labor por reconstruir, en este caso, la historia del Tango.
El surgimiento de reductos tangueros, de músicos, de compositores, de lugares de avería y la noche como el lugar donde el tango y el divertimento formaron parte de la vida de los matanceros en el umbral del siglo XX. Ineludiblemente esos acontecimientos existieron y fueron parte de la vida de infinidad de vecinos y visitantes de estos pagos aledaños a la Capital Federal, lo interesante en este libro es la interpretación que hace Biaggini y la reconstrucción histórica de un fenómeno popular.
La danza, las orquestas, los compositores de entonces son acompañados por documentos y testimonios de protagonistas de esa música popular que se escuchó y se bailó en los clubes de barrio, en los salones de las familias acomodadas y en los boliches donde los obreros pasaban las últimas horas del día. Precisamente fueron esos “boliches y bares”, que Biaggini enumera en este libro, el semillero donde muchos tangueros iban a despuntar el vicio o a escuchar alguna guitarra llena de milonga.
Desde la década del 40 y hasta bien entrados los años 60 los clubes de barrio y las sociedades de fomentos fueron los reductos matanceros predilectos para los amantes del tango. Las orquestas típicas y los cantantes recorrían esos escenarios de una La Matanza pueblerina semana a semana. Tal vez haya sido el “Tío” Tito Sobral quien más
recorrió los clubes de nuestro municipio, sus giras incluían varias presentaciones por fin de semana.
Entre las mejores páginas de “Historia del Tango en La Matanza” sin duda se destacan aquellas donde los compositores matanceros le escribieron sus letras a los barrios más emblemáticos. Villa Madero, Tapiales, Ramos Mejía, Lomas del Mirador, La Tablada y Gregorio de Laferrere fueron retratados bajo la poesía tanguera de entonces, dándole más identidad al pago que los vio nacer. Como nos tiene acostumbrado, Martín Biaggini completa las expectativas con esta nueva entrega.
Alejandro Enrique, Isidro Casanova, mayo 2015.