Isla mía, isla fragante flor de islas… los versos de Dulce María Loynaz inician el viaje al archipiélago Zulema Moret. Un centenar de microficciones en tránsito entre poesía y relato, invitan al transbordo. Pasaje radical a territorios de la imaginación y el desamparo en el mar de la vida: Los mundos de uno y otro lado, las orillas del lenguaje, de lenguas y la clase de las lenguas.
La lengua de Moret se paladeó en otras fronteras: el Caribe, la penísula Ibérica entre euskera, castellano y catalán, ahora en USA. Y retorna cruda, puro hueso, sin aditamentos.
En todo aflora la grieta. Islas de los animales-gente y viceversa. Islas de memoria y fantasmas del país presente, de mentiras de familia. Islas de violencia de género, de mundos que se dan la espalda. Islas de terror. El humor y el mito. Alegría y desparpajo. Ironía. Micros para el escalofrío incitan a cruzar de una isla a otra. A tirarse al agua. A dejarse llevar con la esperanza de una orilla.
A pasar del otro lado del espejo… y volver para contarla.
Esther Andradi
CUATRO VERSIONES EN TORNO AL CUENTO BREVE
Sueño con cuentos breves, muy breves. Los veo, desfilan ante mí. Son tan breves que cuando despierto para poder escribirlos, ya se fugaron.
Sueño con cuentos breves, muy breves. Los veo, desfilan ante mí. Son tan breves que cuando despierto para poder escribirlos, ya se acabaron.
Sueño con cuentos breves, muy breves. Los veo, desfilan ante mí. Son tan breves que cuando despierto para poder escribirlos, ya se rompieron.
Es tan perfecto, tan acabado este cuento breve que cuando deseo escribirlo me despierto