Cuando el físico británico Stephen Hawking publicó su obra “Historia del Tiempo” ofreció a la humanidad una posible explicación del origen y un presunto final del Universo. Ese Universo que nos tiene a nosotros, seres sintientes, temblando como una frágil hoja en otoño cada vez que observamos, no sin cierta indefensión, esa inmensidad que arrecia en lo alto de la noche.
Esa misma indefensión y ese mismo temblor ante lo inconmensurable mueve a nuestra poeta a darnos su mirada, no ya sobre el misterio del Universo sino sobre ese otro
gran misterio que nos atraviesa a lo largo de nuestra vida y de alguna manera también la constituye: el Tiempo. El Tiempo y cada uno de sus pliegues será en esta obra de
Graciela Susana Puente interpelado en todas y cada una de sus formas: el tiempo físico, el tiempo psicológico, el tiempo metafísico. El tiempo de este poemario será también
el eje rotatorio sobre el que girará toda una constelación de sensaciones íntimamente humanas: la angustia, el pesar de la pérdida, la extrañeza, el asombroo:
Interrogar al tiempo
entre las voces de la alquimia
necesaria.
Gira la vez de las agujas.
Y todo se detiene:
El movimiento de las manos.
La caricia.
Sí, todo se detiene, excepto esa búsqueda incesante de nuestra poeta por desentrañar, o al menos arrojar su penetrante mirada de poeta sobre el tiempo y sus infinitos pliegues. Y lo hará con las armas y el material del que dispone y al que se entrega como un fiel soldado presto a dar lo mejor de sí en combate. Ese material es, ya se adivina, el lenguaje, única arma que la autora encuentra para dar batalla en esa eterna conflagración, que se traduce en un interrogante sin fin sobre un universo eminentemente humano:
En la materia del tiempo
está el lenguaje
como experiencia de la urdimbre
trascendiendo.
El lenguaje como materia constituyente del tiempo humano, porque humano es el tiempo interpelado desde la angustia o el asombro, desde el umbral que la palabra instala entre el sujeto y el objeto. Y en esa interpelación, más temprano que tarde, nuestra poeta también advierte el otro material constitutivo de ese objeto temporal: el silencio:
Verbo y silencio.
Una inscripción intensa,
Intermitente.
Con esos materiales, lenguaje y silencio, nuestra poeta irá hilando su poesía, de tono intimista y proclive a la brevedad y concisión, en la que verbo y silencio se irán articulando
para mostrar lo invisible y hablar de lo inexplicable.
Carlos Dariel
