Cuentos (conjeturados) de Stefan Karolicz

Libro de cuentos del autor porteño Leandro Campos

SKU: ISBN 978-987-4147-67-7 Categorías: , Etiquetas: , ,

Conocí a mi amigo Stefan, de manera azarosa. Ocurrió en una época en que las puertas de las casas de mi barrio, como en tantos otros, permanecían abiertas. El único protocolo para ser atendido, era palmear las manos —lo suficientemente fuerte para anunciarse— y aparentar ser una buena persona. Y eso hizo.

Leandro Campos

DESENCANTO

Ingresó al bar, y como de costumbre, eligió la mesa que está pegadita a una de las ventanas. Desde esa ubicación, en donde se percibe como incierto el límite entre el adentro y el afuera, le bastó un gesto para que el mozo pudiera interpretar qué es lo que debía servirle: el consabido café de todos los días.
Mientras aguarda, extrae de un bolsillo interior de su gabán, un papel y, pacientemente, comienza a
desdoblarlo como si se tratara del mapa de un tesoro, aunque sólo sea, por ahora, una hoja en blanco.
Luego, mira hacia la calle a través del vidrio de la ventana, como quien busca algo. Es solo por costumbre, pues sabe que, si algún evento interesante sucediera afuera, difícilmente podría apreciarlo en detalle; un poco porque el vidrio está revestido por una sutil pátina de suciedad, y, además, porque se ha olvidado en casa los anteojos de ver de lejos.
En cuanto escucha al mozo decirle familiarmente —sírvase lo suyo, don Modesto —hace a un lado el papel para que pueda apoyar el café y el vaso con agua sobre la mesa. Le sonríe al mozo, que interpreta esa actitud como un gesto de reconocimiento, aunque en realidad, no lo es.
—El pobre, debe creer que “Modesto” es mi nombre —piensa, y por ello la sonrisa.
Un primer sorbo del café, áspero y cálido, dispara de forma misteriosa, el recuerdo de aquella fútil promesa hecha hace tantos años, y que fuera origen de su apodo.
“El día que cumpla los dieciocho, lo primero que voy a hacer es ir al ‘paraíso’, sentarme a una de sus mesas y espiar como hice tantas veces, a través de sus ventanas. Pero esa vez, va a ser desde el lado de adentro”.
Aquel austero deseo, anunciado con voz impostada a sus amigos de entonces —imberbes adolescentes como él— fue el origen de su sobrenombre. Desde ese día, comenzaron a llamarlo “el modesto”.
—Bien merecido mi apodo —caviló, resignado.
Sintió el rubor en sus mejillas al recordar la escena, aunque, de cierta forma se supo victorioso al
haber sido el único que pudo ver realizado su deseo, pues, el mismísimo día en que cumplió los dieciocho, irrumpió en este bar, que aún conserva el ostentoso nombre de “El paraíso”, y que hoy lo cuenta entre sus selectos (es un decir), habitués.
Bebió el último sorbo de café, ya tibio, plegó nuevamente el papel aún en blanco y saludó antes de irse, con un gesto que el mozo interpretaría como un… —hasta mañana.

Tamaño

14 x 20 cm

Páginas

92

ISBN

ISBN 978-987-4147-67-7

Año

2021